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sábado, 21 de abril de 2012

ULTIMOS DIAS EN LA SELVA PERUANA

Alguno de ustedes me ha mandado un correo pregundandome si me he perdido en la selva o que porque prometi volver a escribir y mandar fotos y no lo he hecho. Si ya he regresado, no me he perdido en la selva, llegue el Martes a las 8 de la mañana después de haber viajado toda la noche, eso si en bus cama, muy comodo desde Satipo a 200 Km. De Atalaya. Los últimos días no funcionó bien el internet y por eso no puede escribir una nueva crónica. Pero no es mucho lo que puedo contar ya que siguió lloviendo torrencialmente y salvo el domingo por la mañana que aclaró un poco, no paró de llover hasta ya cerca de Lima. Si voy a contar algunas experiencias que tuve el sábado, el domingo y el viaje de regreso.
El sábado celebre la eucaristía en la universidad indígena con los jóvenes. Habia unos 120 jóvenes, prácticamente todos los que viven internos en el albergue de la universidad( dos dormitorios para chicos y dos para chicas con camas literas). Cada sábado prepara la eucaristía una etnia distinta ( hay cuatro etnias predominantes cada una con su idioma y su cultura propia,( Ashaninka, Yine, Shipibo, son las tres lenguas más habladas en la zona) en este caso le tocaba preparar la eucaristía a los shipibos. Tienen un cancionero con cantos en los tres idiomas y en castellano asi como con las oraciones de la misa. Los cantos la mayoría fueron en la lengua shipibos y alguno en castellano. Todos cantan perfectamente pues una de las características de la universidad es que estudian las tres lenguas. La segunda lectura la hicieron también en shipibo y las peticiones en todas las lenguas incluido el castellano. Fue una misa preciosa, viva, dinámica con absoluto silencio en los momentos establecidos en la liturgia. Luego en la cena con ellos me decían que para ellos es un lujo tener todos los días la misa cuando en la selva en algunas comunidades la tenían solo una vez al año ( la parroquia tiene más de 300 comunidades nativas extendidas a lo largo de los ríos hasta la frontera con Brasil a casi 300 Km. de Atalaya y lógicamente solo tienen misa los sabados y domingos en las tres poblaciones más grandes y en Atalaya, el resto cuando visitan la comunidad una vez al año en muchas de ellas).
El domingo por la mañana apareció sorprendentemente un día precioso y me fui en el motocarro de la parroquia con tres animadores de comunidades a una comunidad a una hora de Atalaya. Era una población surgida en los últimos meses con gente que había venido del interior de la selva, unas 200 familias y estaban empezando la pastoral allí. La construcción de las casas como podeis observar en las fotos mantienen la misma estructura que en el interior de la selva pero muchos de ellos trabajan en el pueblo, son pocos los que viven como en las comunidades lejanas de sus cultivos, de lo que cazan y de la pesca, agricultura y ganadería de subsistencia. Me hice una pequeña idea de cómo son las comunidades indígenas más apartadas de la población, perdidas en medio de la selva a donde solo se llega en pequeñas embarcaciones por los ríos y andando. Fui muy curioso como a la llegada los animadores tuvieron que ir a presentarse al jefe de la comunidad y pedirle permiso para poder ir todos los domingos y empezar a dar catequesis y celebraciones de la palabra para ir formando una pequeña comunidad cristiana.
El lunes a las 3,30 de la mañana ya estaba levantado pues a las cuatro salía el barco para Satipo. Los barcos de transporte de pasajeros y mercancías de por aquí son largos y estrechos y sin ninguna comodidad, no tienen ningún tipo de asiento, hay que sentarse en el suelo. Solo tiene un techo de lona para protegerse un poco de la lluvia, digo un poco pues casi todo el viaje estuvo lloviendo y gracias a un chubasquero y plásticos no termine calado hasta los huesos, pero casi. El rio Tambo un grandísimo rio mucho más grande que cualquiera de España aunque me dicen que eso no es nada comparado con otros ríos ( Ucayali, Marañon, Amazonas). No veía más que agua y vegetación muy verde con arboles grandísimos, algo de lo que carecemos en los arenales deserticos de Lima. El viaje fue mucho más comodo que en el 4X4 por camino embarrado, con muchos baches y peligroso. Al menos me podía mover algo. Iban en el barco unas 30 personas, la mayoría indígenas que volvían a sus comunidades después de haber estado en Atalaya y se iban quedando por el camino. Otras personas se incorporaban ya más cerca de Satipo que iban alla para vender sus productos ( platanos, cocos, monos, peces, patos, gallinas) o algunos como yo para enlazar con el autobús a Lima. Llegamos a Satibo, a la civilización, a las tres de la tarde, y me fui a comer un buen filete no me acuerdo de que era parecido a la carne de ternera que es algo impensable en Atalaya y poco habitual en el resto de Perú. A las 9 de la noche tome el autobús para Lima, bus-cama muy comodo y a las 8 de la mañana estaba llegando a Lima, tras dos horas de infernal trafico en la entrada por la carretera central. De nuevo los ruidos, la contaminación, el barullo de gente de la gran ciudad de Lima. Pero la semana de descanso, de cambio de aires, de desconectar me había cargado las pilas para seguir trabajando en otra realidad muy distinta pero tan pobre o más que aquella en los cerros arenosos y pedregosos del Cono Sur de Lima.




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