En
los días previos a la Navidad es tradición que en el Perú, y concretamente en
Lima, muchas personas e instituciones vayan a los asentamientos humanos más
pobres llevando chocolate, panetones, juguetes y en algunos casos shows para
divertir a los niños. En principio hay que alabar este detalle de solidaridad y
agradecer a las personas e instituciones que hacen posible que tantos niños
pobres reciban estas cosas que sus padres no pueden proporcionárselos. Pero
aclarado esto, porque es de justicia, si me gustaría hacer una reflexión más
profunda de todos estos eventos desde mi condición de sacerdote en una de las
zonas más pobres del cono sur de Lima, en los cerros de Villamaria del Triunfo
y también desde mi compromiso tanto en España como aquí en la institución
socio-caritativa de la iglesia católica, cáritas. Desde cáritas parroquial hemos canalizado
algunos de estos eventos de tal manera que no se quedara ningún asentamiento
humano sin recibir nada y que otros tuvieran varios eventos. Algo hemos
conseguido porque algunos grupos si se han puesto en contacto con nosotros y
porque hemos cubierto desde cáritas algunos grupos de personas menos
favorecidos con eventos. Pero a pesar de
todo, porque muchos grupos no coordinan ni con la parroquia ni con las
asociaciones vecinales, ha habido zonas donde los eventos se han repetido
incluso en el mismo día. A esto hay unir
la “picaresca” de muchas madres que recorren todos los eventos que pueden aunque
sea lejos de donde viven (yo he visto con mis propios ojos como una madre con
dos niños estuvo en tres eventos en lugares distintos y distantes en poco más
de dos horas y en todos se hartaron de chocolate, panetones y recibieron sus
correspondientes regalos). Tambien he
sido testigo de cómo muchos niños, al tener tantos regalos juntos no los
valoran en incluso los rompen con facilidad o se cansan enseguida de jugar y
los dejas tirados en la calle. La pregunta que me hago en voz alta estos días,
como conocedor la situación en que viven estos niños y sus familias, y que quiero hacer tanto a las personas e
instituciones que organizan estos eventos, a las parroquias, cáritas o
asociaciones de vecinos que colaboran con ellos y a los mismos padres de los niños
es la siguiente. ¿ tiene sentido que en unos días los niños se harten de
chocolate y panetones y reciban montones de regalos que no van a valorar y
luego sigan con desnutrición, con enfermedades de todo tipo, con una vivienda
en condiciones infrahumanas y sin materiales escolares para poder tener una
educación digna?. ¿ No se podrían darles regalos útiles como mochilas, material
escolar, utensilios de aseo e higiene? ¿Tiene sentido gastarse en un show que
dura como mucho un par de horas, más de 5.000 soles ? ¿Tenemos la conciencia
tranquila porque hemos hecho una buena acción de Navidad y ya podemos entrar en
la vorágine del consumismo desenfrenado porque hemos hecho nuestra obra de
caridad navideña? A los católicos les
pregunto ¿No entorpece todo esto la vivencia de la autentica navidad cristiana
donde el niño pobre e débil del pesebre de Belén tiene que ser el protagonista?
Algunas personas e instituciones si han dado
ya un paso en este sentido marcando un poco el camino a seguir: entregándonos
una cantidad de dinero para que lo empleemos nosotros en lo que vemos más
conveniente, entregándonos alimentos y juguetes con la misma intención o al
menos nos han pedido que le digamos el asentamiento humano que nosotros vemos
más conveniente que hagan el evento y en algún caso incluso nos han pedido que hagamos nosotros la lista
de los niños más necesitados. Se que todo el mundo no va a entrar por aquí y
que cambiar esto de la noche a la mañana es ir contracorriente con algo tan establecido en la
sociedad peruana y Limeña pero me conformaría con que algunas personas
reflexionen sobre el tema y vean cómo podemos coordinarnos mejor de cara al
próximo año de los donantes con los que hacemos de intermediarios con las
familias( parroquias, cáritas, asociaciones vecinales) para, sin dejar que los niños reciban su
chocolate, panetón y regalo, que no reciban un empacho en cuatro días sino que
puedan recibir también ayudas para su alimentación nutritiva, su vivienda, sus
enfermedades y sus materiales escola
Padre José Luis Calvo Vicente
Centro Socio-caritativo Santa Rosa.
Parroquia San José de Nazaret. Diócesis de Lurín-Lima Sur
Centro Socio-caritativo Santa Rosa.
Parroquia San José de Nazaret. Diócesis de Lurín-Lima Sur