Os traigo una gran
alegría: hoy en los cerros del Paraiso,
de Manantial y de Japón, ha nacido el Mesias, el Señor y esta es la señal: los
niños de los asentamientos humanos de Palmeras, Las Nieves, Balcón del Paraiso, 30 de Octubre, Paraiso
Alto, Manantial, Quebrada del Paraiso, Quebrada Alta, 13 de Junio, Japón, San
Pedro, Villa Unión, 25 de Diciembre han degustando
chocolatadas y panetones y recibido comida, ropa, juguetes y útiles escolares. Los
niños jóvenes y adultos han celebrando el nacimiento del niño Dios, en las humildes
Capillas de Santísima Cruz, Virgen del Carmen, Virgen de las Nieves, Virgen de
Guadalupe. La alegría profunda de los que nos hemos encontrado con el niño
encarnado en las gentes sencillas, humildes y alegres de los asentamientos
humanos de los cerros del cono sur de Lima que, como María hemos guardado el
misterio del pesebre en nuestros
corazones y, como los pastores hemos vuelto, a nuestras casas llenos de
la alegría del evangelio, la alegría que llena el corazón y la vida entera de
los que se encuentran con Jesús y seguimos dando gloria y alabanza a Dios por lo
que hemos visto y oído.
Son muchas las personas que nos ayudado a que los niños
de estos asentamientos, entre los más pobres de los cerros que rodean la macro
ciudad de Lima, hayan recibido estas navidades no solo chocolatadas panetones y
regalos como es costumbre por aquí, sino además comida, ropa y útiles
escolares. La mayoría de los donantes este año nos han hecho caso y en vez de
regalar a los niños juguetes (que ya reciben por otros lados) y atiborrarse de
chocolate, panetones y dulces, han donado cosas que les van a servir para más de
un día (ropa, comida y útiles escolares como mochilas, cuadernos, etc. Además algunos de estos donantes se han
comprometido a seguir ayudando durante el año a estas familias y asi la ayuda
será más efectiva pasando de un hecho puntual, en el que muchas veces se busca
tranquilizar la conciencia haciendo un gesto con los niños pobres, a un
acompañamiento de las familias para que puedan ir saliendo de su situación de
marginación y pobreza.
Las celebraciones en las capillas sencillas de los cerros
han sido para mí, en esta segunda navidad en Perú un gozo, una experiencia de
vivir en plenitud el misterio de la navidad, de un Dios que se hace pequeño,
débil, necesitado, pobre, para que los
débiles, los pequeños, los pobres, puedan encontrarse con él. Con ayuda de las
hermanas agustinas misioneras que viven en el Paraiso y los agentes de pastoral
de la parroquia San José de Nazaret y de la Cuasi parroquia Sagrado Corazón, en
especial los jóvenes que han apoyado las celebraciones con los cantos y con las
representaciones del misterio, implicando a los niños, jóvenes y adultos de
cada capilla, he celebrado la navidad en
cinco lugares diferentes de estos cerros del cono sur de Lima. He sentido que
también una multitud de ángeles, como en las montañas de Belén, han alabado a
Dios diciendo: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los que ama el
Señor. Sin duda Dios ama mucho a estas gentes humildes, sencillas, alegres que,
a pesar de su situación, han recibido con
la alegría el evangelio, la alegría que llena el corazón y la vida entera de los
que se encuentran con Jesús. Sin duda Dios me ama mucho que me ha concedido,
como dice el Papa Francisco en la Exhortación “Evangelii Gaudium”, recobrar el fervor y la dulce y confortadora
alegría de evangelizar, anunciar la buena notica con alegría, con esperanza
sintiendo la fuerza misionera de María, Madre de la evangelización.